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dc.contributor.authorAraus Ballesteros, Luis
dc.date.accessioned2020-01-21T08:38:50Z
dc.date.available2020-01-21T08:38:50Z
dc.date.issued2018
dc.identifier.citationAmrán, Rica; Cortijo Ocaña, Antonio (coords.). Minorías en la España medieval y moderna: Asimilación y/o exclusión (siglos XV al XVII). University of California, Santa Barbara: eHumanista, 2018, p. 49-60.es
dc.identifier.issn1540-5877
dc.identifier.urihttp://uvadoc.uva.es/handle/10324/40294
dc.descriptionProducción Científicaes
dc.description.abstractLa provisión de 1502 que daba a elegir a los musulmanes de la Corona de Castilla entre la conversión y la salida del reino en difíciles condiciones se ha visto como el punto final del mudejarismo castellano. No en vano, los mudéjares optaron mayoritariamente por el bautismo, lo que conllevaba la desaparición de cualquier signo externo de la religión musulmana. Desde el punto de vista de los individuos, hubieron de mudar los nombres, la alimentación y hasta muchos aspectos del derecho civil para acomodarse al uso cristiano. Y otro tanto se puede decir a nivel colectivo. Desaparecieron las aljamas como modo de organización social; las mezquitas y cementerios perdieron su uso y los nuevamente convertidos se incorporaron a las instituciones cristianas como las parroquias. Muchos cambios que tuvieron lugar en un breve espacio y obligaron a los cristianos nuevos a adaptarse a nuevas circunstancias. Además a ello se unen las particulares condiciones de cada comunidad mudéjar que variaban de unas localidades a otras, derivadas del régimen señorial del lugar, del establecimiento de los moros o incluso de acontecimientos que influyeron notablemente en diversos aspectos de su vida. Algunas de la cuales también sufrieron cambios debidos a la conversión. Todo ello hizo que tal vez los antiguos mudéjares se encontraran en un lugar extraño, ajeno, y en cierto sentido desarraigados.En el caso de Valladolid, la principal novedad que trajo el bautismo de los moros fue un cambio en la situación legal de sus viviendas. La morería se había formado en 1414 cuando se agrupó a los musulmanes de la villa en un barrio de nueva planta. Las predicaciones de San Vicente Ferrer y la aplicación de las Leyes de Ayllón, hicieron que el traslado se desarrollara de manera apresurada. La manera en que se acondicionó y se formó este nuevo espacio marcó la vida de la comunidad durante más de un siglo38. El terreno elegido pertenecía a un solo dueño, el cabildo de la colegiata, que acensuó una huerta a la aljama por una cantidad anual. El contrato se había firmado con la aljama de los moros, que oficialmente desapareció con el bautismo de sus miembros. Suprimida esta corporación, los canónigos quisieron dar por anulado el acuerdo y disponer libremente del suelo. Este conflicto dio lugar a un largo proceso judicial que se prolongó hasta 1537. Durante más de tres décadas, los moriscos vieron en peligro la propiedad de sus casas, amenazadas hasta que los oidores sentenciaron que se firmaran contratos con cada vecino por separado. De que este asunto preocupaba mucho a los moros vallisoletanos da fe que solicitaran una carta de amparo a los reyes tras la publicación del decreto de bautismo de 1502 para que pudiesen permanecer en sus casas después de bautizarse (Moratinos García y Villanueva Zubizarreta 1999-2002: 122). Como se ve, este documento real no impidió que el asunto llegase a los tribunales, pero demuestra que el clima de inquietud entre los mudéjares previo a la conversión no sólo se debía a las cuestiones puramente religiosas. Con todo, el efecto de estos mandamientos debió de ser limitado, ya que según un memorial de 1505 por entonces había más de 400 familias moriscas castellanas (López de Coca Castañer 2003, 213). Y es que si a lo largo de los siglos bajomedievales la frontera nunca había estado cerrada del todo, otro tanto ocurría después de la conquista. Y es que para muchos artesanos, especialmente constructores, la Granada recién conquistada debía de resultar un destino atractivo en términos profesionales. En la ciudad se emprendieron importantes proyectos constructivos, que iban desde campañas de reformas como las de la Alhambra, a grandes edificios de nueva planta como la catedral, el Hospital Real o el convento de San Jerónimo. También es cierto que en Castilla la Vieja la actividad constructiva a comienzos del siglo XVI era muy destacable, pero la demanda de mano de obra en Granada debía de ser todavía mayor.es
dc.format.mimetypeapplication/pdfes
dc.language.isospaes
dc.publishereHumanista: Journal of Iberian Studieses
dc.rights.accessRightsinfo:eu-repo/semantics/openAccesses
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/*
dc.subjectCastilla (Reino) - Historiaes
dc.subjectGranada (Reino) - Historiaes
dc.subjectMoriscoses
dc.subjectEmigración e inmigraciónes
dc.titleMoriscos de ida y vuelta entre Valladolid y Granadaes
dc.typeinfo:eu-repo/semantics/bookPartes
dc.rights.holder© 2018 Antonio Cortijo & Rica Amránes
dc.relation.publisherversionhttps://www.ehumanista.ucsb.edu/minorias/volumes/4es
dc.description.projectMinisterio de Ciencia, Innovación y Universidades (project HAR2017-83004-P)es
dc.rightsAttribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 Internacional*
dc.type.hasVersioninfo:eu-repo/semantics/publishedVersiones
dc.subject.unesco5504.03 Historia Medievales
dc.subject.unesco5504.04 Historia Modernaes


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