El proyecto pretende construir un fondo en la parcela y convertirse en un punto de referencia. La disposición del edificio viene marcada por la idea de
continuar con la trama de la Academia de Caballería, sin embargo no comparte con ella ni crujías ni alturas y adopta una solución en torre que, a modo de
hito como símbolo del conocimiento, supera la escala próxima y pretende relacionarse de manera directa con la ribera del Río Pisuerga y la ciudad, a
través del eje visual que marca la Academia de Caballería. Como el hito por sí solo no conecta el lugar, es un zócalo el que acentúa la horizontalidad del
proyecto y genera un espacio público que garantiza la permeabilidad peatonal y activa el entorno.
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