Toma como referencia las bases teóricas de un estudio sobre el fenómeno del Selfie publicado en 2015 (Rev. Fotocinema) y tiene como objetivo estudiar las implicaciones emocionales de su práctica en quienes lo utilizan, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un fenómeno que atañe a los procesos de identificación imaginaria y ha provocado singulares patologías vinculadas a la imagen del cuerpo. Por ejemplo, el trastorno de la autoimagen o desorden dismórfico del cuerpo (Body Dysmorphic Disorder), incluido en la categoría clínica del trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Ha contribuido a destacar las implicaciones de un fenómeno que ha llegado a determinar el uso de la cirugía estética, pues, según la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (SECPRE), un elevado porcentaje de usuarios recurre a técnicas quirúrgicas en función de lo percibido en las redes sociales, donde el selfie tiene presencia constante. De ahí que pueda hablarse de una cultura visual del primer plano, donde la fotografía digital se ha puesto al servicio del Yo Ideal.
