Desde que Aristóteles, quizá recogiendo información popular, dijese que las mamas de una mujer lactante podían verse doloridas por acción de un pelo tragado, la medicina docta incorporó a sus obras ese proceso nosológico y trató de explicarlo con argumentos racionales. Respecto a la Antigüedad grecolatina, apenas se documentan referencias breves en el Corpus Hippocraticum y en Plinio. Sin embargo, la medicina medieval y renacentista explica la dolencia con matices y argumentos
variados: hay autores que aceptan el relato aristotélico y tratan de explicarlo fisiológicamente;
hay otros que desestiman el origen externo del pelo y piensan que se trate de una fibra o filamento coagulante de la leche, enclavado en la mama y causante de dolor, inflamación y fiebre; los hay que atribuyen esa materia vellosa a residuos provenientes de la acción del calor sobre las partes más grasas de la leche; otros tienen el pelo por una forma casi metafórica de referirse a grietas en los pezones; hay quien aventura la posibilidad de que esos pelos fuesen gusanos o parásitos; y, en fin, son muchos los que asimilan la enfermedad del pelo con la coagulación de la leche, ocasionada por causas tanto frías como cálidas. Esta última explicación acabó siendo preponderante, de forma que el malum pilare se entendió cada vez más como un cuadro clínico coincidente con una mastitis o inflamación infecciosa de la mama por obturación de los conductos lácteos o por grietas en los pezones. En este trabajo, en definitiva,
se analizan numerosos testimonios de obras médicas, en un marco temporal que abarca de la Antigüedad al siglo xvii, con que observar cómo fue evolucionando en la literatura médica la concepción intelectual de la afección.
