La nacionalización de los ferrocarriles italianos en 1905 se debió al fracaso de los convenios ferroviarios de 1885 que habían confiado a tres grandes empresas la gestión de la red propiedad del Estado. Bajo la dirección del ingeniero Riccardo Bianchi, que supo rodearse de ingenieros de las antiguas redes, como él, los Ferrovie dello Stato son objeto de importantes obras destinadas a mejorar las vías y las instalaciones fijas, pero también a modernizar la red mediante la electrificación de líneas empinadas, electrificación con corriente trifásica que, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, colocó a la red italiana a la vanguardia de las redes europeas electrificadas; La renovación del material rodante, caracterizada en particular por la compra de potentes locomotoras de vapor y eléctricas, mejora las operaciones. Todas estas medidas tienen efectos beneficiosos para el servicio ferroviario y la economía del país y Bianchi logra así servir a la causa de la intervención del Estado en la gestión de actividades de interés colectivo.
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