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dc.contributor.advisorPérez Vaquero, Juan Carlos es
dc.contributor.authorPérez Lorenzo, María
dc.contributor.editorUniversidad de Valladolid. Facultad de Derecho es
dc.date.accessioned2025-11-17T18:14:49Z
dc.date.available2025-11-17T18:14:49Z
dc.date.issued2025
dc.identifier.urihttps://uvadoc.uva.es/handle/10324/79753
dc.description.abstractHasta finales del siglo XIX era impensable que las mujeres participaran en la vida política. Fueron necesarios muchos años de lucha para que finalmente lograsen el derecho a votar. Sin embargo, las mujeres no se conformaron con este hecho: ansiaban obtener los mismos derechos que los hombres en el ámbito político. Este proceso no ha sido sencillo. Las mujeres han sido víctimas constantes de una violencia política que ha llegado hasta unos extremos inimaginables: desde violencia psicológica o simbólica, hasta el asesinato. Por ello, organizaciones internacionales como Naciones Unidas o la Organización de Estados Americanos se han comprometido con este asunto mediante tratados y convenciones en defensa de la igualdad de hombres y mujeres en la política, así como en el acceso de las mujeres a la participación política. No obstante, además de estos compromisos, han sido necesarios mecanismos para poder implementar estas prácticas en los países, lo que ha demostrado la dificultad que conlleva trasladar estas ideas al plano real. Con todo ello, muchas mujeres han sufrido la peor forma de violencia: el feminicidio. Juana Quispe Apaza y Gisela Raquel Mota Ocampo fueron dos de esas mujeres que, pese a sus ambiciones y deseos, no pudieron disfrutar de su vida por una sola razón: querer participar en política y, principalmente, ser mujereses
dc.description.abstractUntil the end of the 19th century, it was unthinkable that women should participate in political life. It took many years of struggle to finally achieve the right to vote. However, women were not satisfied with this fact: they wanted to obtain the same rights as men in politics. This process has not been easy. Women have been the constant victims of political violence that has reached unimaginable extremes: from psychological or symbolic violence to murder. International organizations such as the United Nations and the Organization of American States have therefore taken up this issue through treaties and conventions in defence of equality between men and women in politics, as well as women’s access to political participation. However, in addition to these commitments, several commitments have been needed to implement these practices at the country level, which has demonstrated the difficulty of translating these ideas into the real world. Yet many women have suffered the worst form of violence: femicide. Juana Quispe Apaza and Gisela Raquel Mota Ocampo were two of those women who, despite their ambitions and desires could not enjoy their lives for one reason: wanting to participate in politics and, mainly, being womenes
dc.description.sponsorshipDepartamento de Derecho Públicoes
dc.format.mimetypeapplication/pdfes
dc.language.isospaes
dc.rights.accessRightsinfo:eu-repo/semantics/openAccesses
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/*
dc.subject.classificationSufragio femeninoes
dc.subject.classificationViolencia políticaes
dc.subject.classificationIgualdades
dc.titleLa violencia contra las mujeres políticases
dc.typeinfo:eu-repo/semantics/bachelorThesises
dc.description.degreeGrado en Derechoes
dc.rightsAttribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 Internacional*
dc.subject.unesco5605.07 Derecho Públicoes


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