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Título
La correcta valoración del patrimonio industrial minero: el Parque Minero de Almadén (Patrimonio Mundial)
Año del Documento
2016
Editorial
Thomson Reuters Aranzadi
Descripción
Producción Científica
Documento Fuente
Manero Miguel, F.; García Cuesta, J. L. (Coords.): Patrimonio Cultural y Desarrollo Territorial. Cultural Heritage & Territorial Development. Thomson Reuters Aranzadi, Cizur Menor. 2016. p. 339-369
Abstract
La Carta de Niznhy Tagil sobre Patrimonio Industrial, firmada por el Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial (TICCIH) en julio de 2003, afirma que éste «se compone de los restos de la cultura industrial que poseen un valor histórico, tecnológico, social, arquitectónico o científico. Estos restos consisten en edificios y maquinaria, talleres,
molinos y fábricas, minas y sitios para procesar y refinar, almacenes y depósitos, lugares donde se genera, se transmite y se usa energía, medios de transporte y toda su infraestructura, así como los sitios donde se desarrollan las actividades sociales relacionadas con la industria, tales como la vivienda, el culto religioso o la educación»1. En este sentido, cuando nos referimos de manera concreta al Patrimonio Industrial Minero (al que también podemos denominar Patrimonio Minero o Minero-Industrial) incluimos, precisamente, los restos de la cultura minera como parte de la propiamente industrial, que tienen valor histórico, tecnológico, social, arquitectónico o científico en relación con una actividad determinada, la
minería. Siguiendo el documento citado, se reconocen unos valores vinculados, en primer lugar, con el hecho de constituir la evidencia de actividades que han tenido, y aún tienen, profundas consecuencias históricas. Los motivos para su protección se basan en el valor universal de esta evidencia, más que en la singularidad de algunos lugares. También, un valor social como parte del registro de vidas de hombres y mujeres corrientes ya que, como tal, proporciona un importante sentimiento de identidad. Posee, igualmente, un valor tecnológico y científico en la historia de la producción, la ingeniería, la construcción, y puede tener un valor estético considerable por la calidad de su arquitectura, diseño o planificación. Valores que son
intrínsecos del mismo enclave, de su entramado, de sus componentes, de su maquinaria y de su funcionamiento, en el paisaje industrial, en la documentación escrita, y también en los registros intangibles de la industria almacenados en los recuerdos y las costumbres de las personas. Por último, la rareza, en términos de supervivencia de procesos particulares, tipologías de sitios o paisajes, añade un valor particular y debe ser evaluada cuidadosamente.
Como es sabido, el declive de la actividad industrial y, en concreto, de la minería en numerosos lugares de las áreas más avanzadas del planeta y con ella de los territorios excesivamente dependientes de esta actividad socioeconómica, ha conducido, desde mediados de los años 70 del siglo pasado (crisis del petróleo), al cierre de algunas explotaciones y/o a la supervivencia subsidiada de algunas otras. Ello ha obligado a buscar
nuevas alternativas de desarrollo que permitan o bien salir de la crisis o bien paliar sus efectos, en la mayor parte de los casos. En un marco en el que el patrimonio se amplía, desde el punto de vista conceptual, abarcando no solo monumentos sino paisajes, sitios históricos, emplazamientos y entornos construidos, la biodiversidad, los grupos de objetos diversos,
las tradiciones pasadas y presentes, los conocimientos y las experiencias vitales (ICOMOS, 1999: 1), la conservación, la rehabilitación y la posterior valorización del legado patrimonial de origen minero e industrial han entrado a formar parte de una estrategia válida para revitalizar algunos territorios en declive, en la mayoría de las ocasiones con actuaciones vinculadas con el sector terciario, y en especial con el turismo (Cañizares, 2011). Además, desde el punto de vista teórico, también han sido relevantes aspectos como la revalorización de la cultura al abarcar conjuntos complejos que son la traducción espacial de las organizaciones sociales,
los modos de vida, las creencias, los conocimientos y las representaciones (Álvarez, 2002: 20); así como, específicamente, el nuevo enfoque aplicado al territorio que ha dejado de constituir solo el sustrato físico sobre el que desarrollamos nuestras actividades para convertirse en un recurso entendido en su justa dimensión patrimonial (Cañizares, 2014: 151), como legado,
a la vez que como «bien no renovable, esencial y limitado (…), una realidad compleja y frágil» siguiendo el Manifiesto «Por una Nueva Cultura del Territorio» (VV.AA., 2006).
Palabras Clave
Patrimonio
Territorio
Desarrollo territorial
Cultura
ISBN
978-84-9098-100-9
Patrocinador
Este libro forma parte de los objetivos y resultados del Proyecto de Investigación CSO2013-47205-P «Cultura y patrimonio como recursos territoriales: estrategias de desarrollo sostenible e impactos espaciales», del Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científico Técnica de Excelencia, Subprograma de Generación del Conocimiento del Ministerio de Economía y Competitividad. Los coordinadores figuran como Investigadores Principales.
Idioma
spa
Derechos
openAccess
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