El tratamiento orgánico a el entorno, llevó a la idea de generar un edificio de formas también orgánicas, pero basándose también en la arquitectura industrial del siglo XX. Tras un largo proceso de investigación y creación, en el que se tuvieron en cuenta numerosas referencias, tanto de la actualidad como pasadas se propone un edificio con una importante carga líneas curvas y sinuosas pero enmarcado en un potente cuadrado de 100 x 100 metros que regulariza toda la planta.
La idea que se desarrolla finalmente consiste en un edificio elevado sobre el suelo que genera dos grandes plantas. Por un lado la planta semisótano, especialmente dedicada al tránsito de vehículos y una planta principal, que recoge la mayor parte del programa.
La distribución de espacios interiores se realiza mediante círculos, que tendrán además una importante función portante. En el interior un gran patio en forma de ameba define y singulariza los espacios interiores. Se propone también una torre mirador, que equilibra la composición exterior y que se prevée que tenga una función de captación de sustancias contaminantes.
En cuanto a la distribución de la parcela, la reflexión trataba de encontrar un sistema que aunara todos los elementos con la misma idea orgánica en la que se enmarca el edificio. El trabajo de Burle Marx, artista plástico y arquitecto paisajista es la referencia base para el diseño de las áreas exteriores del edificio.
El edificio se sitúa en la mitad sur de la parcela, teniendo en cuenta sobre todo la relación con el acceso principal, desde la Avenida Zamora, y la visibilidad del edificio desde la Avenida Madrid.
Al estar la entrada principal elevada sobre el terreno, se plantea una rampa en forma de “lazo” que resuelve la diferencia de cota y que acoge en su interior el aparcamiento.
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