El apartamiento de la élite gala de los altos cargos de la administración romana y su ascenso gracias al emperador Juliano resulta un hito importante no tenido en cuenta hasta ahora: Claudio Mamertino fue el primer galo en lograr el consulado tras un largo tiempo de exclusión por parte de Roma. El discurso consular de Mamertino a la luz de este acontecimiento contiene una reivindicación de la nobleza que nace de la virtud frente a otra nobleza corrompida que en tiempos de Constancio había acaparado las altas magistraturas y una llamada a quienes son honestos para que colaboren con el nuevo emperador.
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