Mostrar el registro sencillo del ítem

dc.contributor.advisorCalderón Quindós, Fernando es
dc.contributor.authorGarcía Bueno, Teresa
dc.contributor.editorUniversidad de Valladolid. Facultad de Filosofía y Letras es
dc.date.accessioned2024-01-30T09:12:21Z
dc.date.available2024-01-30T09:12:21Z
dc.date.issued2023
dc.identifier.urihttps://uvadoc.uva.es/handle/10324/65270
dc.description.abstractEn este escrito se trata de analizar la profundidad filosófica perteneciente a la actividad del paseo, así como una serie de virtudes y actitudes humanas que se desprenden de dicha actividad. El objetivo es pues, encontrar a partir de esta actividad tan sencilla las claves fundamentales que nos acercarían hacia una vida feliz o buena; una vida digna de ser vivida por el hombre, la cual nos obligaría a pasar a su vez por un profundo proceso de transformación que es necesario para provocar en nosotros un cambio de sensibilidad o de mirada hacia las cosas, y con él un cambio en nuestro modo de vida. Este proceso viene efectivamente dado por el contacto con esta serie de virtudes de las que hablaremos, así como una nueva relación con la naturaleza que nos vuelva a poner en contacto con nuestro “yo” más primitivo. Así pues, la primera característica que implica más evidentemente el paseo es la lentitud; una noción que nos interesa examinar desde un punto de vista social, pero también desde la perspectiva del propio individuo. En este sentido, analizaremos las consecuencias de vivir en nuestra actual sociedad “acelerada” y el tipo de relación que tiene el ser humano- inevitablemente insertado en ella- con el mundo; nuestra relación con nosotros mismos y con los otros, la vejez e incluso el uso que hacemos de la cultura tal y como la conocemos hoy son asuntos que nos deberían preocupar como sociedad, y que nos interesan aquí. Pero al mismo tiempo, la lentitud tiene también un cariz mucho más íntimo e individual que nos invita o a emprender un cambio en nosotros mismos. De alguna manera, la lentitud, que nos invita a la pasividad y a la observación, y que nos permite también de alguna manera impregnarnos y familiarizarnos con el mundo- además de vivir de una manera tranquila y serena- a la vez parece también predisponernos hacia un cierto tipo de mirada de asombro ante lo que nos rodea. Tomamos pues la noción de asombro tal y como la entendía Aristóteles; una mirada inocente--muy similar a la de los niños-- que nos conduce a la contemplación de la belleza; Si bien, antes de adentrarnos en la noción de asombro, nos preguntaremos porqué es posible este asombro en la actividad del paseo y descubriremos así la importancia de las actividades no productivas para adoptar esta actitud. Por otra parte, indudablemente el asombro hacia la naturaleza es fundamental para suscitar en todos los pensadores que pasean ese sentimiento de belleza hacia el mundo. Rousseau es uno de los ejemplos más claros, introduciéndonos en la idea de ensoñación o fantasía como un estado confuso y a la vez agradable en que uno se pierde en la belleza de la naturaleza observada. Por otra parte, entendemos esta transformación nacida de la práctica del paseo como un cambio radical de mirada, el giro del alma del que hablaba Platón a través de la paideia. Tomaremos también la idea de participación de su teoría de las ideas, entendida de una manera distinta por Aristóteles y aclarada después por Plotino. Entendemos que la ontología platónica no promulga la existencia de dos mundos completamente separados- el mundo sensible y el mundo de las ideas-, sino que lanza la propuesta de que el mundo de las cosas es ya intrínsicamente inteligible. Así, en cada objeto sensible se refleja o se desvela, para el que lo sepa apreciar, una naturaleza de carácter sagrado. En cada retazo de lo sensible está ya siempre lo inteligible, incluido en nosotros mismos. Así pues, nos atañe realizar más bien a un cambio de sensibilidad, por el cual se revelaría lo que hay de inteligible en las cosas. Por otra parte, afirma Platón que el arte de la paideia no consiste en “implantarle visión al alma, puesto que ya la tiene. Pero al no estar orientada correctamente ni mirar a donde debe, hay que hacer que se produzca en él tal giro” (Platón, República 518 d). De la misma manera, durante una ensoñación el paseante que ha transformado su mirada experimenta un sentimiento de exaltación de lo sensible, de suerte que las cosas ordinarias se van tornando, por así decirlo, extraordinarias. Precisamente los cínicos entienden así el contacto del individuo con el medio natural: un sentimiento de fusión o de pertenencia a la naturaleza, desde su carácter más sagrado o inteligible. En definitiva, tal y como afirma Frédéric Gros- filósofo contemporáneo francés que ha explorado distintas temáticas relacionadas con la ética, política y filosofía práctica- no es que nos fusionemos con lo natural, sino que descubrimos lo que hay de natural en nosotros: “Siento en mí lo vegetal, lo mineral y lo animal. Me siento hecho de la misma madera que el árbol cuya corteza toco al pasar, del mismo tejido que las altas hierbas que rozo (…).” (2014, p.105). Por último, nos quedaría preguntarnos qué queda en nosotros después de esta transformación. Pues bien, diríamos que un tipo de vida diferente de aquella a la queestábamos acostumbrados, un tipo de vida que exigiría hacernos cargo de esa renuncia que implica la transformación, y que está presente ya en la propia marcha- la experiencia del peregrino es un buen ejemplo para tomar en cuenta-. Aunque también, tal y como venimos diciendo, se refleja en un modo de vida sencillo y simple. Thoreau abraza este arte de lo poco demostrando en su huida de la sociedad y de una vida llena de lujos que lo esencial no es material, y que por tanto no se apresa con las manos. Rousseau es otro ejemplo de renuncia; en su modo de vida se muestra una exaltación por los pequeños placeres de la vida, los cuales solo son posibles desde el abandono de las pasiones más banales, que según él son producto de una vida condicionada por las ataduras sociales. Finalmente, coincidirán ambos en un acercamiento a la noción de felicidad como un estado simple y tranquilo, una felicidad que más que apresarse, se va impregnando en nosotros.es
dc.description.sponsorshipDepartamento de Filosofía (Filosofía, Lógica y Filosofía de la Ciencia, Teoría e Historia de la Educación, Filosofía Moral, Estética y Teoría de las Artes)es
dc.format.mimetypeapplication/pdfes
dc.language.isospaes
dc.rights.accessRightsinfo:eu-repo/semantics/openAccesses
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/*
dc.subject.classificationPaseoes
dc.subject.classificationlentitudes
dc.subject.classificationmiradaes
dc.subject.classificationsoledades
dc.subject.classificationNaturalezaes
dc.subject.classificationtransformaciónes
dc.subject.classificationrenunciaes
dc.subject.classificationbienestares
dc.titleUn paseo por el bosque: la dimensión filosófica del paseares
dc.typeinfo:eu-repo/semantics/bachelorThesises
dc.description.degreeGrado en Filosofíaes
dc.rightsAttribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 Internacional*
dc.subject.unesco72 Filosofíaes


Ficheros en el ítem

Thumbnail

Este ítem aparece en la(s) siguiente(s) colección(ones)

Mostrar el registro sencillo del ítem