Una de las características más destacables del compositor español José María Sánchez-Verdú (Algeciras, 1968) es la riqueza de referencias culturales que plasma en sus obras. Música, literatura, arquitectura, artes plásticas, pasado y presente confluyen en un único objeto artístico, tejido como un palimpsesto sonoro en el que se superponen diversas capas de significación. Dentro de esta concepción intertextual, el diálogo que se establece con la música del pasado es una de sus facetas más interesantes. Un ejemplo que ilustra esa praxis creativa es su obra para orquesta sinfónica Paisajes del placer y de la culpa (2003). Esta pieza está basada en un episodio de Hypnerotomachia Poliphili (Venecia, 1499) donde se narra un viaje a través de unos peculiares jardines en los que la naturaleza es artificial y geométrica. Para traducir musicalmente estos extraños paisajes —tanto en su lado material como simbólico—, Sánchez-Verdú recurre a la música de Gustav Mahler, en concreto su primera sinfonía. Mediante la aplicación de una metodología analítica elaborada a partir de elementos de la tripartición semiológica de Nattiez y del modelo de Burkholder sobre el campo del borrowing musical, el presente artículo desvela cómo se materializa esa huella de Mahler en la partitura y qué clase de significados aporta a la narración musical.
